¡Más libros, es la guerra!
(+info: https://www.libroscontralaguerra.org/
Sobre la situación en Palestina:
Una tormenta de fuego y odio castiga a Palestina. Miles y miles de personas pierden todos los días en Gaza sus hogares, escuelas, hospitales… sus vidas. Un inmenso dolor se añade al de siempre, el que comenzó hace 75 años con la expulsión en masa de un millón de habitantes para crear por la fuerza militar el Estado de Israel en 1948. No es solo una guerra, es pura limpieza étnica, es un genocidio.
En «Libros contra la Guerra», una red de librerías y editoriales puestas en pie contra las guerras que reune a una multitud de proyectos culturales comprometidos con la desmilitarización social, la justicia y la veracidad, nos negamos a ser parte del encubrimiento sistemático de décadas de colonización israelí que ha arrastrado a Palestina a una desgracia infinita. Hoy presenciamos un nuevo capítulo de la «Nakba», de la catástrofe, con las fuerzas de ocupación israelíes cometiendo ataques aéreos mortíferos en la Franja de Gaza, intensificando su bloqueo ilegal que dura ya 16 años, cortando el suministro de agua, combustible y otros bienes esenciales. Además, las fuerzas israelíes han detenido a más de 2.000 personas en la Cisjordania ocupada incrementando el uso de la tortura y otros malos tratos y negando a quienes detienen y a las presas en cárceles israelíes —6.800 personas— el acceso a visitas familiares y a ayuda médica. Mientras escribimos esta declaración, 1,5 millones de habitantes de Gaza, la mayoría refugiadas allí por agresiones israelíes anteriores, han sido desplazadas de sus casas a medida que el bloqueo israelí las priva de alimentos, agua, combustible y suministros médicos básicos, y más de 10.000 han sido asesinadas en todo un mes de bombardeos, 4.200 menores de edad, niñas y niños. Hoy, en un contexto occidental de auge del fascismo, hacemos un llamamiento a la honestidad sobre el pasado y el presente. Exigimos libertad y justicia para Palestina
En este momento crítico, debemos utilizar todas nuestras herramientas culturales para detener el exterminio de Palestina y sus gentes. Los crímenes del Estado de Israel se apoyan en la destrucción progresiva de la memoria palestina, incluida la destrucción de archivos de su historia, y en una ola creciente de desinformación, la última de una larga campaña para normalizar los asentamientos y la violencia israelíes y, finalmente, conseguir adueñarse de todas las tierras palestinas. Quienes vivimos en países con gobiernos aliados de Israel tenemos la obligación especial de fortalecer el conocimiento público sobre la colonización de Palestina y sus dramáticas consecuencias, y luchar contra el olvido premeditado, la desinformación y la mentira
Llamamos a:
– Informarse sobre el contexto histórico y las causas fundamentales de los acontecimientos actuales.
– Desconfiar de la supuesta neutralidad informativa. Muchas fuentes de noticias se esfuerzan por presentar las afirmaciones de cada «parte» sin una investigación o contexto independiente, lo que permite propagar la desinformación y encubrir la naturaleza de los acontecimientos actuales.
– Manifestarse contra la censura y apoyar a quienes quieren silenciar por hablar con honestidad sobre la situación en Palestina arriesgando sus profesiones y derechos.
– Que se defienda el derecho a la información y, en coherencia, se restablezca el acceso a Internet en Gaza, junto a todas las demás disposiciones humanitarias.
– Frenar la propaganda de guerra israelí con el desarrollo de programas y actividades en cualquier ámbito cultural y educativo o de enseñanza que incluyan voces palestinas y corrijan narrativas distorsionadas.
– Respaldar la campaña Palestina de «Boicot, desinversión y sanciones» (BDS) que busca presionar al Gobierno israelí para que cumpla con los estándares de derecho internacional, recomendaciones y resoluciones de organismos internacionales como las Naciones Unidas.
– Participar en las movilizaciones de protesta y solidaridad con Palestina.
Exigimos:
– Que nuestro gobierno denuncie con rotundidad las contravenciones israelíes del derecho internacional, las persiga judicialmente por tratarse de crímenes de lesa humanidad, y en coherencia, ponga fin al comercio de armamento con Israel. Solo en 2023, el Reino de España ha comprado material militar a Israel por valor de 300 millones de euros, unido a otros 700 millones comprometidos en adquisición de armamento para los próximos años.
– La entrada inmediata de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los ataques y el fin definitivo del asedio.
– El fin total y completo de la ocupación israelí y el respeto al derecho al retorno de todas las personas palestinas exiliadas.
La libertad en Palestina está estrechamente vinculada a la lucha global contra el racismo y la creciente islamofobia, estas fuerzas se interponen en el camino hacia la liberación mundial. Como proyectos culturales que nos esforzamos por fomentar el diálogo, el aprendizaje y el pensamiento crítico, derribar estas barreras es nuestro mayor deseo. Necesitamos estrategias y tácticas que funcionen a largo plazo, que puedan guiarnos en la acción de forma efectiva. Desde esta perspectiva, nos comprometemos a difundir voces de todas las procedencias que exigen una solución política y noviolenta del conflicto, incluso cuando esta parece estar más lejos y cuando desde los poderes estatales y los grandes medios de comunicación siguen empeñados en hacernos creer que todo empezó el pasado 7 de octubre. Creemos que es posible analizar las causas y las consecuencias de lo que está pasando sin asumir con resignación que la violencia es la única solución posible. La ocupación y la guerra para perpetuarla es un crimen contra la humanidad. ¡Del río al mar, Palestina será libre!».
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Todas las guerras son guerras entre ladrones demasiado cobardes para luchar,
que inducen a los jóvenes varones de todo el mundo a hacer la lucha por ellos.
Emma Goldman
Durante tres años y medio esquivé la guerra tanto como pude. (...)
Usé todos los medios posibles para que no me pegaran un tiro y no pegarlo,
no usé los peores de los medios. Pero yo habría usado todos los medios,
todos sin excepción, si me hubieran forzado a hacer algo así.
Kurt Tucholsky
La guerra nos atraviesa y determina nuestro presente. La invasión rusa de Ucrania y la guerra civilizadora
«occidental» que se ha desencadenado como respuesta han hecho más fuerte al capitalismo y han provocado
una nueva crisis a nivel planetario. Una amenaza letal se cierne sobre los derechos humanos, las conquistas
sociales y los ecosistemas en los cinco continentes. Nada de esto es accidental, responde a una lógica clásica de
partición del mundo entre potencias militares que avanza en un río revuelto de élites corruptas, mercaderes de
armas, extractivistas, oligarcas y etnonacionalistas. Es la guerra del capitalismo global.
¡Bajad las armas, subid los salarios!
El gobierno español habla de paz mientras aviva la escalada bélica y militariza nuestra economía. Pero cuando
proclaman que la guerra es el único camino, en realidad están diciendo: el negocio es lo primero. La guerra
abre nuevas oportunidades lucrativas para beneficio exclusivo de las grandes corporaciones. De este modo la
economía global queda supeditada a las industrias de guerra, a la producción armamentística, de vigilancia
tecnológica de fronteras y control de recursos naturales cada vez más escasos (petróleo, agua, tierra y
minerales estratégicos) que causaron el 40% de las guerras de los últimos sesenta años.
Fondos de inversión y conglomerados bancarios, empresas energéticas y fabricantes de armamento cosechan
sus mejores años en bolsa y consiguen beneficios nunca vistos en la historia. Ganancias que aumentan, al igual
que la inversión militar en Europa y EE UU, a medida que la guerra se prolonga.
El discurso de mandar armas a Ucrania y de ganar la guerra por medio de una victoria imposible,
despreciando medidas de diálogo y negociación y a quienes las defendemos, prioriza el enriquecimiento
criminal de una minoría y juega con el destino y la supervivencia de la población ucraniana.
Además, aumentar el gasto militar en nuestros países no sería posible sin rebajar todavía más nuestros
derechos sociales. De cada 10 euros que va a invertir el Reino de España en 2023, tres serán para pistolas,
tanques, bombas y cazas de combate. A más guerra más sacrificios salariales, en las pensiones, en la educación
o la sanidad públicas. La guerra dispara los precios de la cesta de la compra y la energía, sube hipotecas y
alquileres, provoca más desahucios... La guerra empobrece, prolonga y aumenta el uso de combustibles
fósiles, en especial gas, que sólo sirven para agudizar la crisis climática que ha puesto en jaque a la
humanidad.
Conmigo o contra mí
La economía de guerra necesita de mentes militarizadas, de enemigos para existir, su construcción y
proyección es prioritaria. La consigna de rearmar al Estado ucraniano y a la OTAN que vocean la mayoría de
medios y mandatarios para convencernos de prolongar la matanza, responde a esa lógica binaria del
totalitarismo que necesita de buenos y malos, de amigos y enemigos para resolver las disputas y someter las
protestas sociales. Es la vieja retórica de hacer la guerra hasta la victoria final. La fascinación por hacer daño,
por destruir y derrotar, acompaña la exhibición incesante de máquinas de muerte a golpe de noticiero y la
propaganda de los partes de batalla. Es la naturalización de la violencia y su tragedia, el semillero del
fascismo, la negación de la cultura misma.
“Entre morir y matar hay una tercera posibilidad: vivir”,
escribió Christa Wolf en su libro Casandra.
La disyuntiva militarista de matar o morir se resuelve llamando a la vida
No queremos malvivir entre sus trincheras, ni apoyar el patriotismo nacional o el supremacismo imperialista
de uno u otro bando. No seremos cómplices de su carnicería y su devastación. Nos negamos a cualquier forma
de colaboración con esta injusticia y nos declaramos librerías, editoriales y bibliotecas insumisas a la guerra y
la militarización social. Queremos transformar nuestro dolor y nuestra impotencia en acción, ser parte
responsable de un cambio cultural que contribuya a la eliminación de las causas que provocan las guerras y a
la erradicación de la violencia, y su mercantilización, como forma de relación entre las personas y los pueblos:
a pesar de todos los obstáculos, de la censura que silencia, invisibiliza o criminaliza cualquier oposición. Nos
comprometemos a compartir actividades y difundir todos aquellos libros que pueden ayudar a desmilitarizar
nuestro pensamiento para animarnos a desertar de la barbarie.
Sentimos que nuestra responsabilidad cultural es abrir líneas de fuga para desaprender la guerra y defender el
derecho a la crítica, a la disidencia y a una información rigurosa, veraz e independiente.
Cobijamos siglos de páginas escritas contra la guerra. No nos asusta el olor de las viejas hogueras de quienes
predican odio y más guerra. Queremos ser refugio y grito de conocimiento, de diálogo, cooperación y apoyo
mutuo. Por el futuro de la humanidad. Y por el planeta. ¡Salid de nuestras vidas!
La guerra y sus malhechores nos persiguen, no hay tiempo que perder... Mantener viva una cultura de paz y
justicia social es un quehacer colectivo. Llamamos a la cooperación y al apoyo mutuo para conseguirlo a través
de esta iniciativa independiente de Libros contra la guerra. ¡Más libros, es la guerra!
• Llamamos a apoyar a la deserción y la objeción de conciencia en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, y a
participar en los movimientos de resistencia a la guerra a través de la campaña internacional
#ObjectWarCampaign https://you.wemove.eu/campaigns/rusiabielorrusia-
ucrania-proteccion-y-asilo-para-desertores-y-objetores-de-conciencia-alservicio-
militar
• Exigimos que se paralice el envío de armamento a Ucrania. Y que el gasto militar
español asignado al conflicto ucraniano se dirija a las organizaciones independientes que
trabajan sobre el terreno, atendiendo a víctimas de esta y otras guerras.
• Que se potencien políticas europeas de negociación, conciliación y convivencia entre las poblaciones
enfrentadas, y que el presupuesto militar europeo se destine a la reconstrucción de Ucrania sin coste
para la sociedad ucraniana ni negocio para las multinacionales occidentales.
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