«Hay un ejercicio de meditación que consiste en mirar el dolor de frente, a los ojos, sin huir de él ni renunciar a él, hasta que se extinga o hasta que sea él quien nos esquive. Este libro es el hogar que ha sobrevivido sereno a la tempestad, un templo donde las leyes de la naturaleza siguen su curso: aquí la gaviota picotea las cuencas de los ojos del cordero que yace, el padre come carne, la araña atrapa a la cucaracha y le hace un vestido de huesos blancos, el cáncer común destroza al cuerpo porque la enfermedad anida en nuestros espejos. Brahmana es también la persona que narra "Los estómagos" y cuenta su travesía a la otra orilla para ver la luz y atraparla. Por eso "Los estómagos" es claridad y por eso está, después de todo, lleno de vida» (Antonio J. Rodríguez).