El diálogo musical entre cada una de las voces de la orquesta, así como el diálogo imaginario entre la música y el oyente, conforman el punto central de las consideraciones de Nikolaus Harnoncourt sobre la cuestión musical desde que identificó este diálogo -que abrió nuevos horizontes a sus propios criterios interpretativos- como medio esencial de expresión para los compositores entre finales del siglo XVI y del XIX. En un extenso análisis de las grandes obras de Monteverdi y Bach, nos muestra cómo ese diálogo musical puede volver a expresarse hoy en la ejecución musical. Harnoncourt rinde cuentas de cómo en sus audiciones intenta conseguir, mediante la música, la transformación intelectual del oyente pretendida por el compositor. En la parte correspondiente a Mozart, el músico y estudioso demuestra con importantes ejemplos que la música de éste, en esencia siempre dramática y caracterizada por fuertes contrastes anímicos, adolece de una interpretación errónea a causa de versiones carentes de contrastes sonoros y dominadas por un sentido erróneo del equilibrio.